Te abrazo el alma
y te desvaneces
como el humo
que se desliza
por el aire,
como siendo devorado.
Te busco en mi paz
y en mis apocalipsis
diarios, pero no,
tu te desvaneces
como la espuma
en su punto más
alto y abundante.
He de rogarte;
a gritos, a llantos,
a patadas, a cansancio,
a dolor, a carencia,
he de rogarte ahogado
que vuelvas,
pero te desvaneces
como hace el Fénix.
¿Dónde estás?
acaso no recuerdas
que de niño me dijiste;
Hijo, yo siempre voy
a estar contigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario